lunes, 4 de noviembre de 2013

UNA AMIGA con la que me encuentro cada quince días es muy buena y quiere ayudarme a luchar contra mi enfermedad.
Una enfermedad que tiene mala fama y cuyo solo nombre nos atemoriza:
Sí: el cáncer. Yo no quiero tenerle miedo, aunque a veces... realmente se lo tengo.
No me importa reconocerlo, pues es un modo de combatir. Me inspira temor, pero, a un tiempo, estoy haciendo lo posible por ponerle freno.
Volviendo a mi amiga, os diré que es un poco contradictoria, pues, por un lado, quiere ayudarme, pero, al mismo tiempo, me maltrata. Hay que reconocerlo:
me trata MAL.
Os quedaréis perplejos, pero es la verdad.
Pregunta inevitable: "Por qué se lo consientes?"
"Porque no tengo más remedio." es mi respuesta. De hecho, tras catorce días sin relacionarnos, hoy he tenido que recurrir a ella nuevamente y tendremos que llevarnos lo mejor posible durante una temporada.
Ahora sí que estaréis realmente asombrados, supongo.
Se llama Xeloda, un nombre un tanto extraño, la verdad, como ella, que es así de rarita.
Sin que se diera cuenta, le he hecho una foto. Parece inofensiva, pero... no hay que dejarse engañar.



























No hay comentarios:

Publicar un comentario