miércoles, 29 de abril de 2015



Mari Trini.

Mari Trini y yo compartimos habitación en la Clínica durante tres días.
 Ella se recuperaba de una operación. Yo recibía el primer ciclo de quimioterapia.
La acompañaba su madre y, por las tardes, su hermano.
Son de La Línea de la Concepción (Cádiz), donde se encuentra el resto de la familia y su novio.

A lo largo de esos días de convivencia compartimos algo más que un mismo espacio físico:
 nuestras vidas, familias, interés recíproco por nuestra salud, inquietudes, proyectos...

Mari Trini tiene 29 años, va a casarse el 20 de septiembre y está muy ilusionada preparando la boda y su futuro hogar.

Su madre vende flores en el mercado; es una mujer extrovertida, cariñosa y, sobre todo, buena; transmite calor y sencillez. 
Esas cualidades se reflejan también en sus hijos.

La madre no se separaba de la muchacha y se desvivía cuidándola.
Por la noche casi no descansaba en la butaca, pendiente de cualquier movimiento de "su niña", como ella la llamaba.
Nos dieron el alta el mismo día.

Mari Trini y su madre regresarían a su tierra al cabo de unos días, pues antes debían recoger los resultados de una biopsia.
Intercambiamos nuestros teléfonos y nos despedimos.


Unos días después recibí una llamada: era la madre de Mari Trini.

Por el tono de voz supe que algo pasaba.
"Teresa: ¡es cáncer!"


Y se puso a llorar.

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