Hoy se decidió, arriesgó, lanzó... a tomar una decisión drástica.
Cambiar de look.
Concretamente, de corte de pelo.
No cabía demasiado margen, pues ya lo tenía corto.
Llevaba demasiado tiempo con su mismo estilo: cómodo, agradable...,
pero ya...un poco aburrido.
Salió contenta de la peluquería.
Su satisfacción iba en aumento a medida que se encontraba con alguien conocido; cuando en su casa le dieron el visto bueno; cuando envió la foto y a algunas amigas de confianza...
La opinión general era positiva.
Pero, por la tarde, una niña encantadora de séis años, a la que conoce bastante, sin mediar saludo, le espetó, en un un tono muy serio:
"¡¿Por qué te has cortado el pelo?!"
El gesto que acompañaba su recriminación era, más o menos, este:
La interpelada le respondió con una pregunta:
"¿NO te gusta?"
La niña repitió:
"¡¿ Por qué te cortaste el pelo?!
"Bueno... ya veo que no te gusta." dijo, intentando no darle importancia.
A los pocos minutos, otra cría se acercó y le susurró:
"Estabas mejor antes..."
Como suele decirse que los niños son los que dicen las verdades, volví de la catequesis que doy a estas y otros niños, pensativa y...
SONRIENDO.
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