miércoles, 30 de julio de 2014

EMPATÍA.

A lo largo de la vida y, en el último año y medio en concreto, he comprobado la importancia de la empatía.

COPIO DEFINICIÓN:

 Capacidad cognitiva de percibir, en un contexto común, lo que otro individuo puede sentir. 
Sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.


Cada uno de nosotros somos receptores y emisores.

Como emisor:
 Por un lado, puedo cultivar la empatía, intentando ponerme en el lugar de otras personas.

1. Condición necesaria es que mi YO no ocupe toda mi mente, intereses, etc., para que pueda acoger los ajenos. El corazón tiene una enorme capacidad de dilatación y cabemos muchas personas.
Esto lo saben bien los padres y las madres.
Una madre de varios hijos afirma que este hecho le brinda la oportunidad de vivir varias vidas:
 la suya propia y las de cada uno de sus hijos.

Esto como idea general, que cada individuo - con sus circunstancias, personalidad...- podrá aplicar.
Ya sabemos que las teorías pueden ser más o menos bonitas, pero lo importante es
¡PONERLAS EN PRÁCTICA!

2. Escuchar.

3. Una vez comprendida la situación y los sentimientos de otro individuo, el siguiente paso sería manifestar de algún modo que
me interesa,
le comprendo...
Quizá no pueda ayudarlo de modo práctico, pero sí brindarle mi apoyo "emocional".

Manifestarlo con palabras, con la actitud, un gesto, una mirada...

Como receptor:

En ocasiones, alguien de mi entorno percibirá cómo me encuentro; algo que yo misma  confirmaré o desmentiré.
o
Se enterará de que ha ocurrido algo especial en mi vida:
alegre (boda, nacimiento, oposición aprobada, trabajo conseguido, éxito del tipo que sea...)

triste (fallecimiento, paro, enfermedad...)

En otras será necesario que intente identificar qué me pasa y explicarlo, en el caso de que quiera compartirlo.

Unas veces recibiré apoyo y comprensión.
En otras, percibiré indiferencia, silencio... ; escucharé frases tópicas, cambios de conversación, gestos de incomodidad...

En este año y medio he recibido mucho de lo primero - como repetidas veces he agradecido-
y algo de lo segundo.

Como sabéis, procuro destacar lo positivo, pero, coherente con el compromiso de compartir con vosotros la verdad y "nada más que la verdad", os comento que, como os ocurrirá a vosotros, he sufrido decepciones:
- Personas de las que esperaría un simple "¿Cómo estás?" 
Pasan días,
 semanas,
meses... 
y esas o parecidas palabras no llegan. 

- Alguien que sabe de mi enfermedad, pero no me dice nada al respecto.


Doy por supuesta la buena voluntad y, quizá:
no quieren "molestar",
 ser indiscretos,
les incomoda hablar de enfermedades y máxime si se trata de...
Cáncer.

Las motivaciones las sabrá cada uno, pero lo que sí experimento es que esos silencios
duelen
pueden dejar


 heridas en el corazón.









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