sábado, 8 de noviembre de 2014

DIFÍCIL ENGAÑAR...

Tras leer el dato que ayer os transmití, me repetía a mí misma y decía a mi alrededor:

"Estoy tranquila. Estoy tranquila."
"Sé que esta enfermedad es así y lo acepto."
"Dios sabe MÁS. Confío en Él."

Seguí con mi actividad habitual, me acosté cansada, no me dormía y...
 se me escapaban las lágrimas, las emociones...


Tuve que admitir que no estoy tan tranquila como pensaba.

Pero bueno... llorar es necesario, hay que liberar las tensiones, esas emociones que quedan agazapadas esperando al primer momento de silencio y soledad. A veces compartido con alguien que nos comprende.
 Ese momento en el que cada uno estamos solos con nuestros pensamientos, procesando cosas que han ocurrido a lo largo del día o...
de la vida.

Tras dormir unas cinco horas, me desperté bruscamente sabiendo que ya no iba poder conciliar el sueño y confirmé que la noticia me había afectado más de lo que yo misma pensaba.

Ya me veía ingresada, sin pelo... Incluso, se me venían imágenes de
¡mi propio funeral!

Sin angustia: solo como algo que, más tarde o más temprano, va a ocurrir.

Pero no en este momento; así que me obligo a controlar la imaginación y repetirme:
"Hoy es 8 de noviembre de 2014. El único 8 de noviembre de 2014 de toda mi vida. Es lo que corresponde ahora:
VIVIR EL PRESENTE."
Intentar no adelantarme al futuro y...
confiar en Dios, que es el ÚNICO que sabe qué ocurrirá.

Por un lado están la razón y la voluntad queriendo hacerse las fuertotas: "Aquí no pasa nada. Lo que hay que hacer es esto y lo otro..."

Por otro, el lado emocional, que es más "anárquico".

Lo ideal es que mantengan armonía y que, como seres racionales que somos, sean las potencias superiores las que controlen la situación.
Por supuesto, encauzando las pasiones y sentimientos.

Y, en el fondo de nuestro ser, 

ese territorio subterráneo, generalmente conocido como "subconsciente",
 al que resulta difícil engañar.

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