jueves, 16 de julio de 2015

EL AUTÉNTICO DESCANSO.

Cada persona necesita des- cansar.
Todos necesitamos cambiar de actividad y, si puede ser, de entorno y de ritmo.

Descanso físico y descanso mental. 
Los dos son importantes y están conectados.

Hay distintos modos de entender las vacaciones, más enfocadas a la diversión, a la actividad deportiva, social... o más "tranquilas".


Personalmente estos días estoy comprobando los beneficios de la segunda opción: 
tranquilidad para
contemplar, escuchar el silencio, el sonido de la naturaleza...






para valorar lo realmente importante en mi vida, para ver si voy en la dirección correcta...

Una oportunidad para la transformación personal, redescubrir horizontes, reconquistar, para intentar ser mejor en aspectos concretos.
Y para ello, fundamental momentos de silencio, de oración...


En uno de esos ratos leí que el auténtico descanso se encuentra entrando en el "descanso de Dios."
Esto lo dijo hace siglos san Pablo.

Se refiere, entre otras cosas, a que, a veces, lo que nos fatiga son las preocupaciones 
y que, si las abandonamos en manos de Dios, confiadamente, entonces nos sentimos liberados.
Si nos dejamos llevar por Él, aunque en ocasiones no entendamos el porqué de determinados caminos, es cuando nos tranquilizamos.

En mi caso concreto, es lo que me salva:
estoy tranquila porque sé que lo que ocurra va a ser lo mejor.
Solo tengo que "dejarme llevar", intentando estar relajada.

Y, aunque en algún momento pueda experimentar cierto nerviosismo físico, también lo acepto como parte del proceso.

Otras veces tengo la tentación de "tirar la toalla":
Sé que, más tarde o más temprano, mi enfermedad irá avanzando, ganando terreno...
Entonces pienso: "Bueno... pues cuanto antes, mejor 
y así ya se acaba todo."

Pero luego reacciono porque sé que ese tiempo no está en mi mano acortarlo, sino aceptarlo y llevarlo lo mejor posible.

El referente es Jesús llevando la cruz. Él sabía cómo iba a terminar:

con un suplicio horrible.
Podría haberse rendido y no levantarse en cualquiera de las numerosas caídas.
Sin embargo, se abrazaba a ella y con un esfuerzo sobrehumano, tambaleándose, se levantaba y seguía subiendo para cumplir su misión.
Yo también, a mi nivel, debo cumplir la mía.
Además, he comprobado que Dios me da fuerza y paz.
Y que siempre me protege y me seguirá cuidando

Un día una persona que comparte esta visión de la vida me preguntó:
"¿Cómo estás, Teresa?"
Y yo, sin pensarlo, dije con entusiasmo:
"¡Más cerca de la META!"

Y es así: 
estar clínicamente peor no es algo negativo, porque, desde hace quince años veo claramente que lo importante es ir


 hacia el Amor.


1 comentario:

  1. María Medina García20 de julio de 2015, 3:06

    Querida Teresa, eres fantástica. No tengo palabras para describir lo que he sentido al leerte, es precioso. Una lección de fe, de amor, en una palabra de tí en estado puro. Me encantaría tener tu fe y tu paz interior, pero ya es una bendición tenerte en mi vida y poder aprender de tí cada día.

    Me alegra que los análisis estuvieran bien, tú estabas preciosa, como siempre. Eres mi ángel.

    Espero que estos días los efectos secundarios se estén portando bien. Me dio pena no estar en Pamplona para ir a verte y estar contigo. Gracias por ser como eres y por ser mi amiga. TE QUIERO MUCHO

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