martes, 28 de julio de 2015

A 100 POR HORA.



Ayer, sobre las 6 de la tarde empecé una novela.
La terminé en torno a las 11 de la noche.
Hice una pausa de una hora y media, aproximadamente.

A más de 100 páginas por hora mi imaginación volaba, totalmente absorta y encantada.
No podía abandonar la historia, que me conmovió y gustó mucho.



 Su cara lo hace distinto y él solo quiere ser uno más.
 Camina siempre mirando al suelo, la cabeza gacha, tratando en vano de esconder su rostro. Aún así, es objeto de miradas furtivas, susurros ahogados y codazos de asombro. 

August sale poco; su vida transcurre entre las acogedoras paredes de su casa, en compañía de su familia, su perra Daisy y las increíbles historias de La guerra de las Galaxias.

 Este año todo va a cambiar, porque  va a ir, por primera vez en su vida, a la escuela. 

Allí aprenderá la lección más importante, la que no se enseña en las aulas ni en los libros de texto: 

Crecer en la adversidad, aceptarse tal y como es, sonreír a los días grises y comprobar que, al final, se encuentran manos amigas.

Gracias a él, los demás también recibirán enseñanzas inolvidables





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