miércoles, 10 de septiembre de 2014

CONTINUACIÓN.


“La vida de los que en Tí creemos, Señor, no termina, se transforma;

y al deshacerse nuestra morada terrenal, 
adquirimos una mansión eterna en el Cielo”.

Suena bien, pero pienso que es inevitable sentir cierta aprensión, porque:

1- La morada terrenal, aunque imperfecta, resulta familiar y cuesta abandonarla.

2- La mansión eterna seguro que es estupenda y sin hipoteca,
 pero... 


(cada uno puede aportar su reflexión personal e interior sobre este particular.)





3- El tránsito de una a otra no debe de ser fácil, por muy preparado que se esté. 

Dicen que cualquier mudanza (me refiero en esta vida) suele ser una situación estresante, idea que comparto.
Esta última y definitiva mudanza sobre la que ahora reflexiono supongo que conlleva una dosis de sufrimiento, miedo... 



La ventaja de este cambio de residencia definitivo es que no hay que cargar con equipaje.
Como dijo hace poco el Papa, no se ha visto un cortejo fúnebre
seguido por


¡un camión de mudanzas...!!

¡Eso sí! Como se suele decir, en sentido figurado, conviene tener preparadas las maletas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario