En el TAC de abdomen se ha detectado "afectación ósea metastásica.". Concretamente en algunas vértebras: "Lumbar 1 y
varias dorsales."
Como es natural, esta noticia me provocó sobresalto.
Lo volví a leer, para comprobar que había entendido bien.
¿Cual fue mi reacción?
Pues bastante sorprendente, incluso para mí misma.
Para comprenderla (aunque es difícil comprender, tanto a los demás, como - a veces- a uno mismo), hay que tener en cuenta dos factores:
- Desde el principio supe y sé que me enfrento a una enfermedad incurable, con tasas de supervivencia... cortas.
A medida que ha pasado el tiempo, he asumido y aceptado que, en cualquier momento, puede presentarse una progresión.
- Confianza en Dios: cada vez más profunda, más... GOZOSA.
¡Sí! Jesús me concede ese don, en parte a través de muchas oraciones, peticiones, súplicas... que Le llegan en mi favor.
Bueno, quizá os preguntéis de nuevo: "¿Cómo reaccionaste?"
Seguí la tarde tal y como tenía previsto, con una serenidad que a mí misma me sobrecogió:
Terminé de trabajar, me pinté los labios, me perfumé y fui a hacer oración - como todas las tardes- ante el Sagrario, donde está Jesús. Hablé con Él de este tema, pues lógicamente no podía quitármelo de la cabeza, pero también intenté centrarme en otros temas y personas que ocupan mi cabeza y corazón.
Hablé también con una persona de mucha confianza, que me dio aún más serenidad.
Esto es compatible con un estado de alerta, que se manifiesta especialmente en que me despierto mucho antes de lo habitual y estoy un poco "acelerada".
Hoy he estado tranquila y muy ocupada. Entre otras actividades, acompañé a mi madre a dos centros médicos de Oviedo, por la tarde asistí a una reunión y habituales.
¡Ah! Por cierto: no me duele nada. Únicamente, las molestias ya conocidas por los efectos secundarios del octavo ciclo de químio.
La espalda siempre me ha dolido un poco, por escoliosis, artrosis...
O sea, que, de no saber lo que sé, no notaría NADA DE NADA.
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