martes, 31 de marzo de 2015

NUEVA OPORTUNIDAD.


Estos días son una oportunidad para 
descubrir (o redescubrir) el sentido del sufrimiento y, con él, el sentido de nuestra propia vida.

Es un MISTERIO que excede nuestra capacidad.
Contemplar la Pasión y Resurrección de Jesús es el único modo de aceptarlo y, dentro de nuestras limitaciones, darnos una nueva visión y un modo de afrontar el dolor, las contradicciones, en cualquiera de sus formas.
Cada una la suya.

Sentimos una natural repugnancia hacia el dolor.
Es normal.
También es cierto que no se puede pretender huir, esconderlo, evitarlo, pues, tarde o temprano, lo vamos a experimentar.

Estos días representan una nueva oportunidad para VIVIR Y ACOMPAÑAR A JESÚS.
Como si fuera la primera vez,
sin prejuicios.
Aunque no lo entendamos del todo (Al menos, es mi caso), sus padecimientos, flagelación, crucifixión, soledad, insultos... fueron y son necesarios.
Era el Hijo de Dios y podría haber elegido otro recurso.

Algunos medios prácticos para vivir una Semana espiritualmente enriquecedora:

Leer en los Evangelios el relato de la Pasión.
Leer algún libro sobre el tema, como el escrito por Luis de la Palma o Ana Catalina Emerich.
Ver alguna película, como la de Zefirelli o Mel Gibson.

Es costoso; al menos, a mí me resulta muy duro ver esas imágenes impactantes, pero, al mismo tiempo, me ayudan en muchos sentidos. 
Uno de ellos es llevar con fortaleza y con la mirada en Jesús, los aspectos duros de mi propia vida.
 Saber que tienen trascendencia.

Hay personas que se preguntan y me preguntan cómo puedo vivir enferma desde los 23 años,  los últimos quince con cáncer, estar serena y concentrada en el presente, aceptando las etapas o momentos difíciles.
Y, como yo, tantísimas personas que aceptan y llevan con entereza situaciones mucho más difíciles.

La respuesta está en Jesucristo y la FUERZA que nos da a todos.
A todos los que se la pedimos.

Tras el dolor, llegan la GLORIA y LA FELICIDAD


PARA SIEMPRE
PARA SIEMPRE
PARA SIEMPRE

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